Beate Altenburg (violonchelo) y Cameron Roberts (piano) en el Ateneo de Madrid

Domingo 6 de noviembre de 2008. Sala del Ateneo de Madrid. Aforo completo.

En el día de ayer pude escuchar uno de esos conciertos que no nos dejan indiferentes, ni por el programa, ni por los intérpretes, la violonchelista alemana Beate Altenburg, afincada en nuestro país desde hace un lustro y el pianista canadiense Cameron Roberts, casi recién llegado a la vida musical madrileña.

En el programa, la famosa "Arpeggione" de Schubert, las Variaciones sobre un tema de Rossini de Martinu y como cierre, la sonata para chelo y piano de Rachmaninov.
Beate nos presentó la "Arpeggione" sin los fuegos de artificio a los que otros intérpretes nos tienen acostumbrados. Recordar que esta obra fue compuesta para un instrumento mitad chelo, mitad guitarra, de existencia efímera, al que se le llamó a veces guitarra de arco o arpeggione y que tenía seis cuerdas.
Beate salvó sin dificultades las diferentes "adversidades" técnicas y supo exponer los diferentes estribillos, de marcado carácter popular con la simpleza y la melancolía implícita en esta magnífica obra.
Me gustaría comentar más ampliamente la interpretación que estos jóvenes músicos hicieron de la Sonata de Rachmaninov.
En primer lugar, quiero destacar el hecho de que, durante todo el recital, el piano permaneció con la tapa complétamente levantada. Pocas veces, por desgracia en España, nos encontramos con unos verdaderos cameristas y con un pianista que sepa adecuar su sonido para que el del chelista nos llegue en toda su integridad sin tener que "sacrificar" a su instrumento bajando la tapa. Si a eso le sumamos que la versión que hace Beate de la sonata de Rachmaninov es realmente intimista, sobrecogedora en muchos momentos, esto nos da la idea del magnífico músico que es Cameron Roberts.
Beate jugó con su vibrato, con las diferentes velocidades de su arco, con los diferentes puntos de contacto, provocando que su violonchelo nos hablara, nos llorara, nos cantara y nos emocionara durante toda la sonata y sobre todo en su tercer movimiento, el Andante.
El público agradeció con sus aplausos y Beate y Cameron nos obsequiaron con la Vocalise de Rachmaninov, una perla más para un magnífico collar.

Y para terminar, una observación dedicada a los responsables de la Sección de Música del Ateneo de Madrid. ¿Para cuando un arreglo (o he de decir una restauración) de su piano?
Es una lástima que los diferentes pianistas que pasan por esta magnífica sala tengan que "luchar" contra un piano que pide a gritos un reglaje de su maquinaria. Por favor, ¡¡¡arréglenlo!!!

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